Las bases de datos documentales son capaces de almacenar información en diferentes formatos sin una estructura definida. En cualquier caso, lo habitual es que los documentos empleen un formato de archivo, mientras que los datos contenidos sí utilicen una estructura fija.
A pesar de que su estructura es completamente distinta, estas bases de datos permiten realizar las mismas operaciones básicas que las bases de datos relacionales, esto es, añadir, actualizar o eliminar información, además de realizar las pertinentes consultas por parte del usuario.
A diferencia de las bases de datos relacionales, en las bases de datos orientadas a documentos no es necesario recorren todas las columnas de una tabla a la hora de realizar una consulta. En lugar de ello se asigna un identificador único a cada documento, de manera que a la hora de hacer una consulta se comprueba el mismo documento. Este identificador puede ser de diferentes tipos, por ejemplo una ruta completa o una cadena de caracteres.
Gracias a este funcionamiento, las bases de datos documentales se emplean para el almacenamiento y consulta de datos semiestructurados, los cuáles no tienen un esquema previamente definido y que serían difíciles (o incluso imposibles) de gestionar en la tradicionales bases relacionales.
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